Acerca de tus próximas compras navideñas

Texto repartido en las calles más comerciales de Granada:

Podríamos hacer aquí una lista innumerable de artículos electrónicos varios, de perfumes, de videojuegos, de ropas que hoy se nos presentan bajo una apariencia de radical novedad y que marcarán el calendario de tus próximas compras navideñas. Por fin verás recompensadas tus horas de trabajo en forma de la mercancía, que se nos presenta como el todo posible en el quehacer humano en un tiempo de seudorrespiro concedido: las vacaciones. Parece que las imágenes de un proletariado decimonónico habitando barrios grises, hacinados unos/as con otros/as con parches en sus pantalones son cosa de otra época. Bueno, no es así del todo, pero es cierto que donde tú vives, un país desarrollado, el capitalismo ha mejorado sus técnicas de dominación. Ya no eres solo un ente al que exprimir en los centro de trabajo: también tú puedes comprar eso que se produce, o gozar del sector terciario. No es que tus amos/as se hayan vuelto bondadosos/as, es que la sobreproducción ha alcanzado las cotas más altas que en cualquier otro momento histórico, y han descubierto en ti el/la perfecto/a comprador/a. Así, descubrirás que poco o nada de cuanto te rodea o haces escapa a la mercancía, convirtiendo toda actividad y necesidad humana en elementos despojados de todo valor cualitativo, haciéndose hegemónico y exclusivo el único valor posible y real de la mercancía: el valor económico de cambio. La vida –tu vida– ahora pertenece al capital. Tu ocio y tu tiempo libre también. Liberado del trabajo estás listo/a para consumir, y así se cierra el círculo de la total dominación y alienación económica.

El porqué existe la publicidad a partir de la industrialización tiene una explicación evidente: ya no se produce para satisfacer necesidades. Las tornas han cambiado. Ya que ahora se produce más de lo necesario, y la sociedad no es dueña ni autoconsciente de sus necesidades, las grandes corporaciones deben de hacer un enorme trabajo en hacerte creer que necesitas esto o aquello. Lo cual nos convierte en meros/as espectadores/as de la vida a todos los niveles, social, político y económico.

Las grandes corporaciones dibujan las distintas personalidades para hacer encajar en ellas sus mercancías. La moda configura al individuo, que comprará unos determinados objetos. Así, la variedad solo existe de manera aparente, pues todas las modas, finalmente, se reducen al consumo de mercancías (estos o aquellos pantalones, esta o aquella colonia, este color de móvil o este otro). Estas modas, por otro lado, explotan y acentúan los roles de género (cosa más altamente dañina en los juguetes infantiles), pues en la división hallan esa falsa diversificación de cosas aparentemente diferentes. La acumulación de objetos mercantiles no aportan prácticamente nada a la integridad de la persona.

No hay que olvidar, por otro lado, que gran parte de los objetos que nos rodean están producidos en países donde las condiciones de vida son más que miserables. Aquí, esas imágenes que atrás comentábamos dejan de ser algo del pasado, y estamos hablando de más de la mitad del planeta. El coste de una sociedad que nada en la superabundancia, es el de la muerte y el hambre. Y ni que hablar de la devastación medioambiental. La amnesia llega en los anuncios espectaculares de todas esas cosas alucinantes y en el estado de trance inducido por el ambiente del centro comercial. El ser humano es capaz de producir todo cuanto necesita en toda la tierra, pero ello no casa con el modelo económico capitalista, que busca, sobrepasando cualquier moral, el máximo beneficio económico. No existe el capitalismo humanitario.

Con este panfleto pretendemos despojar al objeto-mercancia de su máscara de portador de felicidad. Tratar de hacer ver que la mercancía solo ha sido la dueña del curso económico en un momento concreto de la historia (capitalismo), y que por lo cual, es un modelo frágil al que podemos vencer si adquirimos conciencia de recuperar nuestra vida: nuestra producción, nuestras necesidades y nuestros quehaceres; que estos emanen de nuestros auténticos deseos y aspiraciones autoconstruidos en verdadera comunidad. En definitiva, lo que está en juego es vivir de una manera digna, o vivir sumisos/as y explotados/as.

Por el comunismo libertario.
Por la revolución social.

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