Ni en las aulas, ni en las calles: ¡abajo el Ejército y toda autoridad!

Los días 19 y 20 de Noviembre las fuerzas armadas dejaron el cuartel. Se dejaron ver por la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Granada, universidad que lanza puentes nada tímidos con estos señores de la guerra, teniendo convenios con el MADOC (Mando de Adiestramiento y Doctrina del ejército de tierra), así como haciendo de las facultades escaparates de la propaganda militar que bien llama al reclutamiento, bien muestran su falsa cara humanitaria. Nada extraño dentro de la común instrumentalización de la enseñanza, ya sea para servir al mercado, o para servir al Estado. No debemos dejar que campen a sus anchas por las universidades, es nuestro deber mostrarles el desprecio que merecen, se hace necesario romper la fachada humanitaria y bonachona que se empeñan en construir.

Por ello, les recibimos con pancartas de rechazo y repartimos entre asistentes, alumnos y trabajadores el siguiente texto: «En un mundo cimentado sobre la división de clases, y en el que los tentáculos del autoritarismo del Estado y el mercado se extienden y manifiestan en todos los aspectos de la vida, sus ejércitos y sus guerras solo puede tener un sentido: la perpetuación de este orden de cosas.

El ejército es una herramienta del Estado con una misión clara: garantizar la victoria de las clases dominantes, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Su misma presencia supone un estado de chantaje para los pueblos, bajo la amenaza de las armas.

Las innumerables guerras pasadas y presentes se revisten siempre de justificaciones presumiblemente nobles: guerras contra el terrorismo, guerras humanitarias, etcétera. Las diferentes intervenciones militares tan solo esconden intereses económicos y geopolíticos. Por ejemplo, EE.UU no pretende liberar a Oriente Próximo del temible Estado Islámico sino hacerse con el control de una zona militarmente estratégica y rica en recursos; gran parte de los Estados de la Unión Europea –entre ellos España– lo apoyan en esta empresa por motivos de favores económicos y políticos, como ha hecho en otras ocasiones, sembrando la muerte y la destrucción en otros pueblos. Lo mismo ocurre con los conflictos de intereses entre Rusia y Ucrania: juegos políticos y militares con terribles consecuencias para la población.

Si no enmascararan sus propósitos, lo tendrían verdaderamente difícil para justificar sus turbios intereses y atrocidades ante la sociedad. El empeño de los Estados en los países desarrollados de presentar al ejército como un ente humanitario, responde a esa necesidad. Jornadas como las que hoy se celebran en la Facultad de Económicas contribuyen al falseamiento de la verdadera realidad de los ejércitos y sus Ministerios de Guerra.

Por otro lado, la propia naturaleza y estructura del ejército son la máxima expresión del autoritarismo y la jerarquización. Todo aquello sobre lo que el ejército extienda su sombra se verá contaminado por estas prácticas y valores, por lo que no podemos permitir que nuestros centros de estudio y saber se conviertan en focos de propaganda de la barbarie militar.

Por ello exigimos el fin de su presencia en las universidades, la ruptura de los convenios de esta con las Fuerzas Armadas, y nos oponemos a que utilicen la universidad como foco de reclutamiento y propaganda.»

Cabe decir, que los organizadores del minisdef (como orwellianamente se refieren al Ministerio de Defensa en el díptico de las jornadas) hicieron todo lo posible por boicotearnos. Durante toda la jornada estuvimos en constante observación por el cuerpo de seguridad privada de la universidad, los cuales trataron de impedir infructuosamente que les llegaran nuestros panfletos a los militares que ridículamente se paseaban disfrazados por la facultad, y nos vimos obligados a una vigilancia perpetua de nuestras pancartas. Al menos, supieron que no fueron, ni serán, bien recibidos.

NI EN LA UNIVERSIDAD, NI EN LAS CALLES:

ABAJO EL EJÉRCITO Y TODA AUTORIDAD
POR LA DESMILITARIZACIÓN DE LA SOCIEDAD

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